martes, 14 de agosto de 2012

El ermitaño y Frambuesas


Erase ésta una vez un personaje sin brazos y sin pies, de nombre extraño y al revés. Un pequeño ermitaño de muy difícil trato, que raramente salía a pasear tan solo un rato. 
Su casa estaba hecha completamente de frambuesas, todas dispuestas desde las más verdes a las más desechas. Se encontraba en lo más alto de una colina conocida como “la belleza campesina”


 Deambulaban por los alrededores muchas cabezas bovinas, en las cercanías y alrededores de tan hermosa colina. Las acompañaban unos arrieros que eran bastante buenos dueños, con sus particulares sombreros y unos canes con pocos pelos. Visitaban casi a diario la hermosa casa del ermitaño raro, ya que sus frambuesas rosas eran bastante deliciosas


Nuestro personaje ya estaba cansado y bastante hastiado, no entendía cómo esos insensibles traían casi a diario su ganado


Es como así un buen día, decidido a terminar tan larga agonía, tomó un buen trago de sangría y como pudo disparó su arma con gran alevosía. Disparos al aire, disparos certeros, animales y sus dueños yacían muertos en el suelo.


Una mezcla de alegría e incomodidad inundaron el lugar, ya ningún animal osaría alguna frambuesa degustar. Luego de esto un gran silencio llenó todo el paisaje, finalmente este misterioso personaje había tenido el coraje para defender su tan amado follaje


Pero lo que él no sabía era que con el correr de los días los arbustos de frambuesas crecerían incesantemente de noche y de día. Destruyeron a su paso sus dos mesas y sus sillas, los sillones e incluso toda la vajilla, la cama y la cocina, su despensa completa y atraparon a sus tres golondrinas



Ya atrapado entre las ramas comenzó a analizar, que sus tan amadas frambuesas finalmente lo iban a asfixiar. Y termina esta historia con un muy triste final, ya que lo que nunca supo, era que las frambuesas también se debían podar…




1 comentario:

Pauladriana dijo...

qué bacán, estos cuentos escritos en rima me recuerdan a los que leen en las películas. Son como épicos, o algo así me parece...
no sé pa qué te escribo por aquí si sé que mi comentario está destinado a desaparecer. Igual no más!

Indiferente a la lucha del ermitaño, me gusta eso de que haya muerto en manos de lo que más amaba.
Oh, drrrama.